TANATOS: Ontología de la muerte
- Jose Hoover Vanegas García
- 29 nov 2017
- 2 Min. de lectura
Dejar de existir, ausentarse de la presencia de los objetos y de las personas, es el tema que pretendemos describir en estas líneas, no obstante, de la única forma que podemos hablar de la muerte es desde la vida, o por lo menos no se conoce otra forma, desde un criterio evidencia!. Esta característica ya demarca los límites de esta exposición, primero, no vamos a problematizar las características de la nada después de la vida, aunque en algunos casos las mencionaremos, tema del cual se especula mucho en los últimos tiempos. Segundo, tampoco nos interesa hacer una descripción patológica del proceso de la muerte: sólo queremos mostrar una aproximación ontológica del dejarse de ser.
En términos fantasmagóricos, cada uno tiene su propia historia. El hombre además de ser un ente fisiológico, es un producto cultural, histórico e ideológico; por ésto, no puede existir en el mundo de la significación una presencialidad corporal sin pasado. Por consiguiente, vivir para los seres pensantes es introducirse dentro de la historia, dentro de lo que está sucediendo, es el desocultamiento de la sucesión de brevedades, como incursión en lo otro y los otros; la vida se manifiesta por medio de la presencia con las cosas espacio-temporalmente.
Según ésto. la vida se puede describir como un aparecerse del cuerpo en unos instantes secuenciales. En este sentido la vida es una apariencia: ocular, olfativa, auditiva, táctil, gustativa y consciente de existirse sumergido y perpetrado en el mundo y por el mundo. El estar existiéndose después de haberlo nacido asegura la categoría de la vida.
Ahora bien, la vida como categoría lógica hay que diferenciarla de la concepción ontológica del ser; el "yo" pronombre universal, es análogo a la categoría lógica. significada, no en mí existencia corpórea, sino en mi existencia pensada: v.g .. no es coherente afirmar que mi cuerpo es docente sino que "yo soy" docente, sin embargo, con esta afirmación se corre el peligro de caer en el dualismo cartesiano y en la cosificación de la mente¡ pero esta sería una suposición apresurada puesto que consideramos que el pensamiento es un producto en forma de estado de este receptáculo que camina con nosotros, este tronco fragmento de materia entre liquido y sólido, más bien viscoso. con cinco o seis prolongaciones y nueve ventanas visibles, por lo menos siete de ellas, ya que la ropa se convierte en obstáculo ocular al exterior. El yo es un producto Psíquico, neurológico que exhorta al cuerpo a escindirse en dos o más.
Articulo Completo:
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