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El Inevitable y Anónimo Rumor de la Existencia

  • José Hoover Vanegas García.
  • 5 oct 2018
  • 3 Min. de lectura

Apertura

La existencia no necesita presentación, no necesita ser explicada, no necesita ser revelada, pues su esencia radica precisamente en existir y en los casos en que se escode detrás de lo existente, de ella destellan rayos luminosos que revelan su ser, la existencia late en el corazón de todo lo existente. La existencia como latencia o como revelación es eterna, infinita, inmortal, sus formas cambian en coherencia con el modo de ser de los existentes pero su esencia no muere, su esencia simplemente es. La existencia abarca la totalidad, pero también contiene la particularidad, en la existencia todo lo existente se revela y a la vez en lo existente transluce la existencia. La existencia en tanto substantividad es inefable, ya que su propia existencia está tan impregnada en los seres mismos que las palabras se enmudecen, se silencia cundo se trata de decir algo sobre ella, la existencia se resbala en medio de las palabras, para nombrar la existencia siempre es necesario recurrir a los entes, esto es, a lo existente, así lo reconoce Levinas (De la existencia al existente. 2007): “hay algo así como un vértigo para el pensamiento al asomarse al vacío del verbo existir, del que no se puede, al parecer, decir nada, y que sólo se vuelve inteligible en su participio –el existente–, en lo que existe” (p. 17). Sin embargo, hay que decirlo, debemos deshacernos de lo que pensamos, a sí sea metafóricamente, la existencia nos presiona de tal manera que debemos liberarnos de ella en el decir y creer que lo que se enuncia de la existencia es un rumor que pretende sacar del anonimato el hay con el cual se revela la existencia.

La existencia se muestra en lo existente, pero el mostrarse de lo existente no agota la existencia, siempre queda algo en la existencia que no alcanza a tener forma en el existente, este algo, este residuo, merodea como sospecha en lo mostrado, el mismo Levinas (De otro modo que ser o más allá de la esencia) así lo deja entrever cuando afirma entre preguntas “¿El hecho de mostrase agota el sentido de aquello que ciertamente se muestra pero, en tanto que no-teórico no “funciona”, no significa en tanto que no mostración? ¿dónde situar el residuo que no es ni lo que se muestra en la apertura ni tampoco el develamiento mismo, que no es abertura, idea o verdad de lo que se muestra? ¿Es cierto que la manifestación funda todo lo que se muestra? ¿No debe ella misma ser justificada por aquello que manifiesta” (Levinas 1987, p. 101-124). La existencia murmura en cada ser, en cada ser de conciencia habita como huella la existencia, ésta se ilumina cuando es necesario, cuando el sujeto cae en la cuenta de su propia existencia en el universo; cuando cae en la cuenta de su ser. El sujeto existe y nadie le debe mandar la razón de su existencia, nadie debe anunciarle su propia existencia para que exista; el sujeto hace parte de la existencia en el mundo, por ello es que la existencia le rumora al oído la realidad de su propio ser.

En la existencia se mimetiza la ideología, la tradición, los sistemas políticos y económicos la manera como la historia narra o dice los fenómenos, los acontecimientos, las experiencias, la subjetividad: la realidad, no queda en la memoria de lo que sucedió, lo que queda en ella son los decires de los seudo-historiadores atravesados por los intereses determinados por los sistemas. Pero se escode el verdadero sentido de la existencia, la existencia que podemos llamar aparente esta atravesada por los decires predominantes de las épocas y son estos, en últimas, los detonantes de las acciones de los sujetos en general, la educación misma esta estructurada para prolongar esta existencia aparente, esta existencia in-autentica como diría Heidegger. Este fenómeno ha hecho que el sentido autentico de la existencia se invisibilise, se silencie, se acalle, se reprima. Pero no lo ha desaparecido, sigue existiendo como rumor, sigue existiendo como huella o como sombra que se ilumina en los ojos de los otros; cuando alguien en algún momento o en algunas circunstancia revela en términos ontológicos el verdadero sentido de la existencia. Para nuestra caso Levinas es uno de esos pastores de la existencia autentica que no puede callarse, que tiene que gritar, que tiene que deshacerse de sus pensamientos, que está convencido que una piedra de esmeraldas no puede valer más que un alma humana, es más, la comparación es absurda.


 
 
 

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