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Estructura Cognitiva De Las Emociones Sociales Intervinientes En La Comisión De Delitos Sexuales

  • Foto del escritor: Jose Hoover Vanegas
    Jose Hoover Vanegas
  • 26 mar 2021
  • 5 Min. de lectura

Andrés Mauricio Ramírez Torres

José Hoover Vanegas Garcia



Resumen

Antecedentes: en el campo de la etiología del delito sexual se requiere profundizar en la función emocional de la cognición en consecuencia, se debe ampliar la comprensión de la conjunción entre la dimensión cognitiva y la dimensión emocional. Objetivo: se busca comprender la constitución de la estructura cognitiva de las emociones sociales intervinientes en la comisión de delitos sexuales. Específicamente, se identificaron la constitución de los sistemas de pensamiento, los significados y la intencionalidad de las emociones sociales intervinientes en la comisión de delitos sexuales. Metodología: El enfoque metodológico fue el fenomenológico y el método fue el expresivo del vocativo. Participaron veinticinco personas condenadas y no condenadas por delitos sexuales y se llevaron a cabo múltiples entrevistas a profundidad y relatos anecdóticos sexuales. Resultados: se encontraron ocho modos constitutivos denominados ‘dramas’: parental, salvador, coleccionista, narcisista, fantasma, depredador, caníbal e indefinido; al igual cinco procesos constitutivos de conformación: diacronía, polaridades conflictivas, emociones (como mecanismos de orientación e interacción), rasgos situacionales y sincrónicos, y la sexualización de la emoción. Se desarrolló la discusión alrededor de: primero, las emociones en lugares y eventos en dramas y geometrías del delito sexual; y segundo, la emocionalización del sexo y sexualización de la emoción (la configuración de los dramas y las geometrías del delito sexual). Conclusiones: la estructura cognitiva del delito sexual se constituye en la sexualización temprana de emociones como respuesta a conflictos de maltrato, abandono, apego y sobreprotección. Estos conflictos llevan al infante a buscar protección, refugiándose en la gratificación que genera la sexualidad.


INTRODUCCIÓN

El delito sexual es uno de los fenómenos globales que requiere una comprensión integral. Este constituye una importante problemática social y de salud para las comunidades y regiones en general (Pereda, Guilera, Forns y Gómez-Benito, 2009; Redondo y Otero, 2005). Para Kaplan y Sadock (1990), los abusos sexuales representan una enfermedad social que viene asumiendo proporciones epidemiólogas; en consecuencia, el abuso sexual se convierte aceleradamente en un fenómeno que afecta la salud pública y el cual debe evaluarse adecuadamente (Pons-Salvador, Martínez, Pérez y Borrás, 2006).

Dada la magnitud del problema, por medio de esta investigación se buscó analizar la dimensión cognitiva y la dimensión emocional presentes en la comisión de delitos sexuales. Respecto a este tema, los procesos más representativos que se han estudiado son:

Distorsiones cognitivas (Grossman, Martis y Fichtner, 1999; Maruna y Mann, 2006; Ó Ciardha y Gannon, 2011; Hermann, Babchishin, Nunes, Leth-Steensen y Cortoni, 2012; Marshall, Marshall, Serran y O’Brien, 2013; Beech, Bartels y Dixon, 2013; Nunes y Jung, 2013; Ó Ciardha y Ward, 2013; Hempel, Buck, van Vugt y van Marle, 2015; Sigre-Leirós, Carvalho y Nobre, 2015; Pham, 2016)


La teoría de la mente y sus eventuales fallas en delincuentes sexuales (Castellino, Bosco, Marshall, Marshall y Veglia, 2011; Elsegood y Duff, 2010).

La mente extendida (Ward y Casey, 2010). En este caso, los autores retoman la teoría de Clark y Chalmers (1998), y argumentan que la ETM (Extended Mind Theory) puede integrar la dimensión cognitiva (incluyendo las distorsiones cognitivas) con otros factores que intervienen en la comisión del delito sexual (como el nicho social, el contexto, entre otros).

La cognición social en cuanto a la empatía. La empatía tiene un rol importante en la comisión del delito sexual por parte del delincuente (Blake y Gannon, 2008; Hempel, Buck, Van Vugt, y van Marle, 2015; Dando y Oxburgh, 2016; Dando y Oxburgh, 2016). Asimismo, la empatía reúne aspectos de los procesos de la cognición y la emoción (Hempel, Buck, Van Vugt y Van Marle, 2015).

El futuro del fenómeno cognitivo en la etiología del delito sexual no es del todo claro (Maruna y Mann, 2006, Heffernan, R. y Ward, T. 2015). Autores como Nunes y Jung (2013) realzan la importancia de orientar futuras investigaciones, procurando incrementar la precisión y claridad en la valoración y conceptualización de los constructos cognitivos. Si bien en la tradición científica del campo los autores han sostenido la relación entre las distorsiones cognitivas y la comisión de delitos sexuales, autores como Hermann, Babchishin, Nunes, Leth-Steensen y Cortoni (2012), y Pham (2016) sostienen que existe evidencia que discrepa de dicha relación. Diferentes tipos de cogniciones —como actitudes, creencias, justificaciones, excusas, entre otros— han sido indistintamente abordados como «distorsiones cognitivas». En este sentido, Hermann et al. (2012) afirman que entre dichos conceptos existen diferencias substanciales que no permiten un abordaje ambiguo, asumiendo que son equivalentes.

Respecto a las emociones, es necesario identificar y comprender el rol de la cognición en las emociones de los delincuentes sexuales. También lo es identificar los factores de las emociones que favorecen las cogniciones y las distorsiones cognitivas (o viceversa); que no solo justifican y aprueban la comisión del delito. Las emociones del individuo son organizadores y generadores intervinientes en la realidad social; y, por otro lado, la realidad social y los fenómenos sociales son generadores y procesadores de emociones en los individuos.


Es necesario identificar las categorías sociales que se expresan y participan en el plano emocional. Teniendo en cuenta que en Colombia existe un porcentaje muy bajo de las comisiones sexuales mediadas por violencia física (17%) y que el mayor porcentaje de casos se encuentra en las comisiones que están mediadas y constituidas por el vínculo —llámese familiar, laboral, escolar, habitacional, etc. (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia, 2018)—, se requiere indagar acerca de la interacción y la relación proximal del delincuente con la víctima, los nodos sociales y las emociones —no solo individuales, sino sociales— presentes en la comisión del delito sexual. Así, es menester indagar sobre la función de las emociones sociales y sus correspondientes procesos cognitivos en la comisión de delitos sexuales.

Con base en lo anterior, el delito sexual es un hecho intencional de un individuo, en el que inexorablemente conduce a una participación no consentida de otra persona. El delito sexual es un hecho social en el que dos individuos convergen en tiempo y espacio (Thomas, 2015), pero que difieren intencionalmente: por un lado, la intención abusiva o violenta del perpetrador; y por otro, la intención evasiva, de rechazo o sumisión de la víctima. Adicionalmente, el delito sexual posee un sistema de regulación y atestiguación social que lo dimite y castiga; por tanto, es un hecho social.

La comisión de delitos sexuales es etiológicamente multifactorial (Strauss-Hughes, Heffernan y Ward, 2019). De este modo, dichos factores (cogniciones, emociones, realidad social) no son composiciones sumativas; conforman un sistema en el que emociones, cogniciones y acción son indivisibles. Identificar y comprender la estructura cognitiva de las emociones en fase social que conlleva a la acción delictiva sexual corresponde a una mirada estructural y sistémica.

En este orden de ideas, en la comisión de delitos sexuales no solo hay cogniciones; inexorablemente, hay implicación de emociones. Los delitos sexuales son multidimensionales en tanto cognición y emoción; por consiguiente, en esta investigación se buscó comprender la constitución de la estructura cognitiva de las emociones sociales intervinientes en la comisión de delitos sexuales. Específicamente, se identificaron la constitución de los sistemas de pensamiento, los significados y la intencionalidad de las emociones sociales intervinientes en la comisión de delitos sexuales.


Producto del análisis fenomenológico emergieron cinco procesos constitutivos y ocho modos emocionales que conforman dramas emocionales y diferentes tejidos socio-afectivos que trazan geometrías sustantivas a la intencionalidad y actividad delictiva sexual de estos sujetos.



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